Los ricos, … superricos, son muy pocos en cualquier país, pero tienen un enorme poder. Y un indicador de este poder es lo que está pasando con la deuda pública tanto en EEUU como en la Unión Europea, incluyendo España. Su influencia sobre el Estado de tales países implica que sus impuestos han ido descendiendo durante los últimos 30 años (en España durante los últimos 15) de una manera muy notable, haciéndose cada vez más ricos.
Desde los años 80 los ricos en EEUU y la UE, han pasado de pagar un 70 % de impuestos a un 35 %. Por otra parte, el impuesto sobre el rendimiento del capital era del 35 %, y ha pasado al 15 %. La cantidad que se deja de recaudar es enorme, sin contar lo que por transferencias opacas, salen a paraísos fiscales, libres de impuestos.
Esta gran reducción de ingresos a los estados ha significado que estos han tenido que endeudarse, pidiendo préstamos a los bancos donde los ricos depositan e invierten su dinero. O sea que los ricos, en lugar de pagar al Estado (en impuestos), le prestan el dinero que han ahorrado al evitar pagar impuestos al Estado, el cual les tiene que pagar unos intereses. El sistema es perfecto para los ricos (y para los bancos donde los ricos depositan su dinero), transfiriendo así una gran cantidad de fondos del sector público a los ricos y a sus bancos.
En estas circunstancias, no hay más remedio que acudir a la deuda pública. Y de esta manera, los especuladores y la banca, que en muchos casos son los mismos, sacan un triple beneficio.
1º beneficio. No pagan impuestos.
2º beneficio. En lugar de eso, prestan esel dinero que luego recuperan con grandes intereses.
3º beneficio. Aparte de su propio dinero, los bancos cogen dinero público del Banco Central Europeo, a bajo interés, y lo prestan a los países, a alto o altísimo interés. El negocio redondo.
Y con otro problema adicional. Tal concentración de las rentas crea un enorme problema económico: la falta de demanda que estimule la economía y cree empleo. Los ricos tienen tanto dinero que, cuando consiguen más dinero, en lugar de aumentar su consumo, lo invierten, a fin de acumular más y más dinero, creando un problema grave. En momentos de recesión, se necesita que la gente consuma para que crezca la demanda. Pero si el 20% de la renta nacional la tiene el 1% de la población que (en términos proporcionales) consume menos, se crea un gran vacío en la demanda.
Y esto es lo que está ocurriendo en EEUU, en la UE y también en España. Es más, como no hay mucha demanda en la llamada economía productiva, donde se producen bienes y servicios (resultado del descenso de las rentas del trabajo como porcentaje de la renta nacional) los ricos no invierten en actividades y áreas productivas sino en actividades más rentables, que son las especulativas, creando las burbujas que nos conducen a los desastres que conocemos. La burbuja inmobiliaria es un ejemplo. Pero, ahora que la burbuja ha explotado, los ricos, a través de los bancos, compran deuda pública, es decir, bonos del Estado. Y, a través de las agencias evaluadoras de los bonos, como Modys, Standard & Poors y otros (que son instrumentos de la banca), crean una percepción de alto riesgo, a fin de que los estados tengan que pagarles elevados intereses.
Los bancos españoles poseen el 52% de la deuda española. Reciben préstamos de dinero del Banco Central Europeo a intereses muy bajos (1%), y con este dinero compran bonos públicos del Estado español que les dan una rentabilidad de un 6%. Es difícil diseñar un sistema que sea más favorable para los ricos y para sus bancos. Y mientras se hacen superpicos, piden a la ciudadanía que se apriete el cinturón bajo la excusa de que “no hay alternativa”. Y los mayores medios de comunicación, le dicen a la población que la “presión de los mercados financieros” (la frase más utilizada en la cultura dominante del país) obliga al Estado español a seguir políticas públicas enormemente impopulares, presentándolas como necesarias e inevitables. Pero esta presión, en el caso español, deriva primordialmente de los bancos y de los ricos españoles, que causaron la crisis (sus especulaciones en el mercado inmobiliarios), y ahora se están beneficiando de tales políticas, exigiendo dinero al Estado (con intereses elevados de los bonos) para prestarles su dinero, el mismo dinero que consiguieron pagando menos impuestos.
Es obvio que hay alternativas. De este análisis se deduce que la mejor manera de evitar el endeudamiento del Estado no es bajando el gasto público (muy bajo en el caso español), sino subiendo los impuestos de los ricos y superricos a los niveles del periodo anterior. También ayudaría, el control de los paraísos y fiscales y del tremendo fraude fiscal en el caso de nuestro país.
En lugar de eso, seguimos los dictados que los bancos hacen a través de los medios de prensa. Y así nos vá.
Basado en un escrito de Vicenio Navarro, catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra